Qué bonito es el fútbol cuando se juega siempre; ganes o pierdas, lo importante es jugar. Cuando ganas porque te sientes protagonista, cuando pierdes porque has tenido la posibilidad de luchar en el terreno de juego. Sin embargo, cuando se está de suplente se siente impotencia y nervios por no ayudar.
A los 15 minutos me mandaron a calentar. El público a mi espalda me jaleaba. Estaban ilusionados con mi llegada, y yo con demostrar que no se habían equivocado. Después de 10 minutos me mandaron de vuelta al banquillo. Estaba descolocado. A los 10 minutos otra vez a calentar. El partido estaba siendo un correcalles, ideal para mí. Babeaba imaginándome haciendo diabluras por la banda derecha.
El vaivén no cesó hasta el final del partido. No entré, pero además de haber calentado, estaba caliente por la tomadura de pelo. Luego aprendí que en Inglaterra calientas, aunque no vayas a entrar de inmediato. Y la verdad es que me gustó. Siempre había sido titular en mis equipos, y por primera vez probé el sabor amargo del banquillo.
Con el tiempo he aprendido algunas de las claves para ser un buen suplente. Las apliqué cuando me toco, pero deseo que no tengas que hacer uso de ellas.
Claves para ser un buen suplente
Solo pueden jugar once de inicio
Cuesta de asimilar que jueguen otros con un nivel similar al tuyo. A veces la elección del entrenador depende de algún pequeño detalle o una corazonada. Pero así es la vida: hay que escoger y escoger equivale a renunciar a cosas. En este caso, el entrenador debe dejar a muchos jugadores fuera del once, algunos ni siquiera se sientan en el banquillo. Es así de duro. No jugar no te convierte en inútil.
Entrena para ti
Llega el lunes y toca volver a entrenar. Se habla del partido pero has jugado 10 minutos, tienes pocas ganas de participar. Solo te queda entrenar fuerte. Y no importa que consideres que el míster es un cabrón, a él eso le da igual. Ya está pensando en el siguiente partido, y lo único que puedes hacer es entrenar al máximo de tus posibilidades, sin dejarte nada. Que se vea que quieres jugar. Y si el domingo no te ponen, no pasa nada, entrenas para estar disponible el día que te toque jugar. Entrenas para no traicionarte, por respeto a tus compañeros. Entrenas para ti.
El que juega en tu puesto es tu compañero, no tu rival.
Cuesta asumirlo pero para que juegues tú debe salir uno y viceversa, por eso recomiendo que trates a tus compañeros como te gusta que te traten a ti. Recuerda que cuando tú eres titular no lo eres por haber puteado a alguien, sino porque el míster lo ha decidido así.
No pidas explicaciones, pide consejo
No conozco a nadie que juegue sabiendo que no está a su mejor nivel y le pida explicaciones al entrenador acerca de por qué no juega. Eso es una falta de respeto hacia los compañeros. Lo que si veo bien es preguntarle al segundo entrenador qué puedes hacer para mejorar. Digo al segundo entrenador porque es más accesible que el primer entrenador. Puede que estés haciendo algo mal de manera sistemática y eso te haya llevado al banquillo. No todos los entrenadores se toman la molestia de corregir a todos los jugadores. Preguntando demuestras que estás interesado en mejorar Cualquier cosa que le comentes al segundo entrenador llegará a los oídos del primero, por eso es conveniente no rajar creyendo que el segundo entrenador es tu confidente. Quiera o no se debe al cuerpo técnico.
Tienes derecho a estar enfadado (y a desenfadarte)
Es normal enfadarse cuando las cosas no van bien. Es más, creo que es necesario para mejorar. Autoexigirse es fundamental en el fútbol cuando se quiere progresar, pero también es importante saber transformar la rabia en motivación. Pero lo más importante es que esa rabia se quede en el terreno de juego. No la pasees por casa. Los que te quieren no tienen que padecer tus enfados, ¿o crees que ellos no se enfadan? Así que tienes el camino de vuelta a casa para desenfadarte, y si el mosqueo se queda en la ducha, mejor.
Cada entreno es importante
Independientemente de cuánto juegues, cada entreno es importante. Recalco este asunto porque uno no sabe cuando le va a llegar la oportunidad; y te aseguro que estar ante tu oportunidad y no sentirte al 100% provoca impotencia e inseguridad. Además de la desconfianza del cuerpo técnico para el futuro. Si te acostumbras a darle la importancia que tiene cada sesión, rozarás tu mejor nivel continuamente.
Sonríe cuando lo necesites
Cuando se es suplente se puede llegar a creer que mostrarse alegre es sinónimo de pasotismo, pero no tiene por qué. Si eres una persona risueña por naturaleza, no dejes que jugar poco te borre la sonrisa; a veces es lo único que tenemos. Además, sonreír tiene beneficios para la salud.
Sigues siendo futbolista
Muchos jugadores dicen que cuando no juegan no se sienten futbolistas. Incluso cuando estás lesionado de gravedad te sientes futbolista; incluso cuando ya estás retirado. No disfrutar de los minutos que quisieras no debe hacer que te alejes de la magnífica profesión que es ser futbolista.
Puedes ser protagonista
Te preguntarás cómo puede ser protagonista un jugador suplente sin contar chistes. Pues muy fácil: entrenado bien. Saltando al campo como si fuese la final de un mundial; preguntando a los compañeros cómo están, verás que ellos también se interesarán por ti. No te aísles del equipo, eso te hará fuerte.
No odias el fútbol, ¿OK?
Aunque habrán momentos malos, creerás que no vales nada, que quizás e te acaba el fútbol y debas buscarte otro trabajo (que puede ser cierto), pero sentirte así no es nada más ni nada menos que otra parte del fútbol. Todos los futbolistas pasan momentos malos. Recuerda que hemos visto incluso a Messi llorar. No odias el fútbol, ¿OK?
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