Cuando jugaba de portero, hubo un año en el que me propuse terminar la temporada con el mismo número de partidos y goles encajados. Me parecía una buena marca recibir de media un gol por partido, supongo: el año se nos estaba dando bien, sacábamos buenos resultados y encajaba poco. Hubo momentos complicados: en el partido contra el líder nos metieron tres y hubo que remontar mucho para cuadrar cuentas, pero al final no estuvo mal: creo que sólo recibí un gol más que la cantidad de partidos que jugué. Fue divertido, pero una cosa me quedó clara al final de aquella temporada: no recibir goles era cosa tan mía como del trabajo del equipo.
Por eso siempre me extraña cuando se incluyen entre los méritos del portero el trofeo Zamora o ser el guardameta con mayor número de paradas. Son credenciales, desde luego, y con un buen arquero es más factible llevarlas a cabo, pero creo que hablan más del trabajo del equipo en general y de la defensa en particular que del propio portero. Porque aquello de los porteros imbatibles que se bastaban solos era cosa de Oliver y Benji: este último acostumbraba a ordenar a los suyos que dejaran pasar al rival de turno con el que se había picado, fuera Oliver al principio o Lenders después, para retarlo a marcarle un gol, pero había truco: los atacantes disparaban siempre desde lejos por aquello de “marcar un gol a Benji Price desde fuera del área”, que era un título en sí mismo, y nunca se acercaban para batirse en un uno contra uno. Y el entrenador sin decir nada.
Buen ejemplo fue el último derbi entre Valencia y Villarreal: el portero del Submarino Amarillo, Jörgensen, es el guardameta con más paradas realizadas en esta temporada en la liga, y en Mestalla se vio el porqué: los de Baraja sobrepasaban a la zaga visitante una y otra vez hasta que la cosa terminaba en gol, disparo fuera o parada de Jörgensen. Ojo: el portero sueco tuvo buenas intervenciones, especialmente una gran estirada a tiro de falta de Pepelu, pero la estadística de más paradas realizadas habla más de su defensa que de él mismo.
Otro medidor que se utiliza de vez en cuando es el trofeo Zamora. Casillas sólo lo ganó una vez, en 2008, cuando el equipo entrenado por Schuster conquistó el título de liga. Courtois, desde que se convirtió en 2018 en guardián de la portería madridista, sólo lo ha ganado una vez, mientras que con el Atlético se lo llevó dos veces. Un equipo, el rojiblanco, que monopolizó el trofeo desde 2012 hasta 2019 con la única excepción de 2015, cuando fue cosa del azulgrana Claudio Bravo. Obviamente contaban con dos de los mejores porteros del mundo, primero Courtois y después Oblak, pero la cuestión principal es que se trataba de un equipo que prioriza la defensa como es el Atlético de Simeone. Por el contrario, y aunque ha habido técnicos que han dado más importancia al aspecto defensivo como Capello o Mourinho, el Madrid siempre ha buscado el camino a la victoria por medio de marcar más goles que el rival. Tan válido como cualquiera, aunque no la mejor forma de que su portero se lleve el Zamora.