Suele suceder que las primeras partes de los partidos están dominadas por la pizarra, lo preparado durante la semana y lo estudiado en los vídeos. Es terreno del entrenador. Pero cuando las fuerzas disminuyen, los futbolistas se desatan y el partido se rompe, comienza otra historia distinta: las llegadas al área se repiten, el espectador disfruta más de lo que ocurre en el césped y los entrenadores se desgañitan tratando de sujetar lo que ya se les ha ido de las manos. Y pocos ejemplos más claros que lo visto entre Inter y Atlético en San Siro: la primera parte fue una equilibrada partida de ajedrez entre Inzaghi y Simeone en la que apenas hubo resquicios para acercarse a las porterías, mientras que las cadenas se rompieron en la segunda parte para dar paso a otro encuentro distinto en el que el Inter hizo valer su mayor bagaje individual. No obstante, sus ocasiones no encontraron la red hasta que un error de Reinildo lo aprovechó para marcar el único gol del partido.
Dos nombres propios: Witsel y Arnautovic. Hubo más, pero ellos representaron bien los diferentes partidos que se vieron en cada acto. El belga, centrocampista reconvertido a central por Simeone, fue ejemplo del orden y concierto del primer tiempo al cortar todo lo que llegaba por su zona. Apenas algún cabezazo de Lautaro o una cabalgada de Thuram escaparon al guion establecido. El francés, protagonista de una gran temporada, se lesionaba al final de la primera parte: un varapalo para el conjunto italiano.
Ahí entró en juego Arnautovic. El austríaco, díscolo donde los haya y trotamundos del fútbol europeo, tenía la misión de sustituir al hijo del mítico Lilian Thuram y la tarea no iba bien encaminada: primero tras un magnífico centro de Dimarco, y después al quedarse solo ante Oblak tras una pared con Lautaro, desperdició ocasiones que no se habían presentado en la primera parte. El Inter, con Barella al mando en el centro del campo, llegaba con asiduidad al área rival, pero unas veces el desacierto propio y otras Oblak impidieron que se alterase el marcador.
El conjunto nerazzurro estaba siendo superior, pero no pudo marcar hasta que el Atlético cometió un error: Reinildo no se aclaró a la hora de controlar o despejar el balón, Lautaro puso la directa hacia Oblak, que volvió a levantar el muro, pero su desvío lo recogió Arnautovic para redimirse y marcar el único tanto del partido. El Atlético trató de reaccionar, ya con Morata pero sin Griezmann, lesionado, pero le faltaron tiempo y argumentos. No es el peor resultado posible para la vuelta, visto lo sucedido en el campo, y contarán con el Metropolitano a favor, pero tendrán que remontar ante el buen equipo armado por Simone Inzaghi.