Hay dos futbolistas en el Madrid que me desconciertan por motivos distintos: el primero es Bellingham, cuyo impacto en el Madrid fue inmediato y se encargó nada menos que de recoger el testigo goleador del equipo tras la paulatina marcha de sus ases de ataque. No era lo que se le pedía, pero bienvenido sea, además de necesario. En el Clásico ante el Barcelona ejerció de crack ofensivo: participó poco en el juego pero apareció para decidir, como si fuera el delantero y no un centrocampista. Era su primer duelo oficial ante el eterno rival y su doblete resultó un inmejorable bautismo: el primero, con un disparo desde su casa que metió al Madrid en el partido, y el segundo, menos vistoso pero en el descuento y dando la victoria a los suyos en campo azulgrana, con todo lo que ello supone.

El segundo es Joselu, jornalero del gol sin la pericia técnica de antecesores del puesto. El ex del Espanyol entró a falta de media hora para el final y no hizo nada que entrara en los highlights del partido, pero su sola presencia mejoró al equipo: se plantó en la punta de ataque, pivotó los balones que le llegaron, hizo que los centrales estuvieran pendientes de lo que hacía y con ello sus compañeros de segunda línea tenían más libertad para jugar y hacer de las suyas. Uno de ellos fue Modric, que entró al mismo tiempo que el ariete y ofreció su antepenúltima masterclass. Con el croata como faro, el Madrid pasó a dominar en el partido tras una hora para el olvido en la que el Barcelona se hizo con el centro del campo, pero le faltó pegada arriba y un poco más de suerte con los palos.

Y es que el Madrid, en esa larga hora de partido, ni tuvo el balón ni creó peligro arriba. Vinicius, perdido en sus batallas, y Rodrygo, que no encuentra su sitio en este sistema, no inquietaron a una adelantada zaga azulgrana que vivía plácida sobre el césped de Montjuic. Las cosas empezaron a cambiar con la entrada de Camavinga en el lateral izquierdo, que se las vio con Cancelo en defensa pero insufló energía y llegada en ataque. Diez minutos después entraron Modric y Joselu y el Madrid hizo acto de presencia, cosa que Bellingham se encargó de ratificar en el marcador. Una victoria inesperada, tal y como estaba el encuentro, y que deja constancia de que hay cosas por mejorar en este Madrid, pero mejor hacerlo sumando tres puntos.

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Gabriel Caballero

Periodismo
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