Pintaba negra la noche para el Madrid: dos goles en contra en menos de un cuarto de hora, los jugadores del Liverpool corriendo como aviones y el conjunto blanco estupefacto, moviendo la pelota sin brío y sin encontrar el camino en Anfield. Parecía que se había llevado a Inglaterra el equipaje irregular de la liga y no caímos en la cuenta de el Madrid siempre luce el traje de gala en Europa. Primero Vinicius se encargó de llevar el empate al descanso y dejar camino libre para una segunda parte coral y extraordinaria: otros tres tantos más para firmar un partido para el recuerdo, un 2-5 impensable una hora antes. Culpa nuestra dudar de la capacidad de reacción de este equipo, como si no hubiera dado suficientes muestras la pasada temporada.
Se sabe que Salah tiene una cuenta pendiente con el Madrid, y parecía que sería la noche indicada. El extremo egipcio puso primero un balón a Darwin Núñez que el uruguayo aprovechó en forma de taconazo: no está exprimiendo todo su potencial el charrúa en Anfield, pero deja anticipos. Después fue el propio Salah quien marcó al aprovechar algo tan extraño como un error de Courtois, que se hizo un lío con los pies. Quizá sorprendido por lo que acababa de pasar, Salah lo celebró con reservas.
El Madrid había salido con todo al templo del Liverpool, con Rodrygo arriba en lugar de Valverde, que regresó al medio donde le acompañaron Modric y Camavinga. Alaba tuvo la papeleta de marcar a Salah, y el plan no estaba funcionando, pero le pasó a los de Ancelotti lo mejor que le podía pasar: encontrarse con un gol que lo metiese en el partido. Fue cosa de Vinicius, que se inventó un gran disparo cruzado ante el que Alisson no pudo hacer nada. Klopp habló del brasileño el día anterior calificándolo de jugador de talla mundial, y Vinicius recogió el guante para darle la razón. El segundo tanto que marcó no fue tan vistoso pero valía igual: Alisson falló también con los pies y su mala entrega llegó a Vinicius, cuyo rebote fue a parar con fortuna a la red. Se enfrentaban dos de los mejores porteros del mundo, que demostraron también ser humanos.
Se le ponían de cara las cosas al Madrid: ya empataba en casa de un Liverpool fallón atrás y que no inquietaba tanto arriba. Buena culpa de ello tuvo Nacho, que entró por lesión de Alaba en el lateral izquierdo y le tomó la medida a Salah. No es que cumpla siempre: es que lo hace con nota.
La segunda parte comenzó tan bien como terminó la primera, cuando Militao cabeceó a la red el tercero. El brasileño, consolidado líder de la zaga, se está soltando también en materia goleadora con sus incorporaciones a balón parado. El vendaval ya era imparable: Benzema marcó el cuarto tras combinación con Rodrygo y un poco de suerte al rebotar su disparo en Joe Gómez, pero, para que no se dijera, con el quinto dibujaron un gol de fantasía: Modric hizo una jugada de antología (luego hay que escucharle decir que se tiene que ganar la renovación, lo que hay que oír), cedió al espacio a Vinicius y este asistió a Benzema, que tras dejar sentado a Alisson y rematar con la zurda certificó la obra de arte y un resultado de ensueño. Amancio, homenajeado en Anfield antes del partido, estaría orgulloso.