Fue un Clásico atípico, desde luego: si les hubiéramos cambiado las camisetas a Real Madrid y Barcelona, nos habría costado identificarles. Los primeros, incapaces de crear ocasiones claras a pesar de rondar casi todo el partido el área de Ter Stegen, pero sobre todo los segundos, que ante las destacadas bajas que tenía optó por mutar su ADN y, aunque Xavi no es el Profesor X, Koundé y Araújo parecían Bestia y Lobezno a la hora de levantar un fortín en su área. Y a pesar de todo, fue el club azulgrana el que marcó y estuvo más cerca de ampliar esa ventaja de 0-1 que se lleva al Camp Nou para la vuelta.
Los primeros instantes no fueron un tráiler fiable de lo que sería el partido: la zaga azulgrana se despistó y Modric entró solo en el área, aunque Koundé llegó a tiempo para entorpecer al croata, que mandó el balón fuera. Y no lo fue porque el Barcelona permitió muy poco más y el Madrid no encontró el camino hacia la portería rival, y eso que el balón fue monopolio madridista, que tardaba muy poco en recuperarlo y montó asedio sobre el área barcelonista, pero sin llegar a inquietar a Ter Stegen.
Araújo y Koundé cambiaron sus posiciones habituales para que el uruguayo frenase a Vinicius en el lateral, y la apuesta le salió bien al Barcelona en el plano defensivo, donde estuvo impecable. Otro cantar fue cuando tuvo que salir de aventura al campo contrario: sin Pedri para crear, Dembelé para desequilibrar y Lewandowski para rematar, el Barcelona no encontró argumentos para llevar las riendas, pero el fútbol es caprichoso. En un momento del choque donde ganaron protagonismo las jugadas polémicas y las tarjetas, el Barcelona aprovechó el despiste madridista cuando Camavinga entregó mal hacia atrás, Kessié recibió el regalo tras pase de Ferran y, cuando Courtois había despejado, el rebote en Militao llevó el balón a la red. Camavinga es ya un sensacional centrocampista (y lo que le echen) que, lógicamente, aún tiene cosas por pulir a sus 20 años. Seguro que hasta Casemiro se equivocaba a esa edad.
Los de Ancelotti recuperaron el dominio después del gol, pero seguían sin crear ocasiones claras. El segundo tiempo no cambió demasiado las cosas, con el Madrid acumulando porcentaje de posesión mientras el Barcelona se atrincheraba atrás. Parecía que los de Xavi jugaban con uno menos y trataban de defender la ventaja con uñas y dientes, y aun así, a punto estuvo de repetirse la historia del primer tiempo con Ferran y Kessié de nuevo protagonistas: tras la entrada de Ansu Fati por Raphinha, Ferran se fue a la banda y centró a un Kessié que estaba solo en el punto de penalti, pero el remate de este, cuando se dirigía a la red, tropezó en Ansu Fati, improvisado zaguero madridista.
Hubiera sido el 0-2 y un resultado aún más surrealista según lo visto en el césped, pero así es el fútbol: entiende de goles, y el Barcelona fue el que lo marcó. Con Benzema desaparecido y Vinicius diluyéndose ante Araújo, el Madrid no encontró argumentos para llamar a la puerta de Ter Stegen. Le queda la vuelta, donde el Barcelona tiene la ventaja: el Madrid sabe de remontadas, pero le hace falta imaginarse en Europa.