En Interstellar, Murphy le preguntaba a su padre, el personaje de Matthew McConaughey, por qué le habían puesto el nombre de algo malo, a lo que él respondió que la ley de Murphy no significa que algo malo vaya a pasar, sino que si algo puede pasar, pasará, pero eso es porque no vio hoy al Milan en San Siro: todo lo que le pudo salir mal al conjunto rossonero, antes y durante el partido, se cumplió para que el Borussia Dortmund, sin hacer un gran partido, se llevase la victoria por 1-3 y con ello el pase a octavos de final, dejando al Milan último de grupo y a falta de una carambola en la última jornada para lograr el billete hacia la siguiente ronda.
Mal empezaban las cosas cuando Pioli no podía alinear por lesión a Rafael Leao, alma y referente del equipo en ataque. Y sin embargo, el conjunto lombardo comenzó el partido con brío, dominando la pelota y ejerciendo su condición de local hasta el punto de que Chukwueze, sustituto del portugués, provocó un penalti en los primeros minutos por mano de Schlotterbeck. Pero Giroud, prácticamente infalible desde los once metros, erró su lanzamiento al despejar Kobel su no demasiado ajustado disparo.
Por si fuera poco, Bynoe-Gittens protagonizó poco después una cabalgada por el costado izquierdo a la que Calabria llegó tarde y mal para llevarse por delante al extremo inglés, un dolor de cabeza para el lateral italiano durante todo el encuentro. Reus no falló el penalti y adelantó a los suyos poco después de haber estado cerca del 1-0.
A partir de entonces se sucedieron las llegadas y las alternativas en el dominio del partido: ningún centro del campo lograba imponerse y el medio se convirtió en un lugar de paso hacia las áreas. Pioli optó por Adli en lugar de Krunic para llevar la manija, pero el francés, técnico y de buen toque, no era el jugador indicado para cerrar el centro del campo rossonero. En su carta a la Befana, el Milan tendría que situar en lo más alto un pivote o que Bennacer vuelva de su larga lesión a buen nivel.
Chukwueze, por fin
Arriba no estaban tampoco especialmente inspirados: Pulisic y Giroud no tenían su mejor día y Hummels se mostraba intratable en la zaga germana. Sí lo intentaba Chukwueze por el costado derecho: el ex del Villarreal no ha tenido un buen comienzo en su etapa rossonera entre adaptación y lesiones, pero hoy fue el milanista que más peligro llevó a la meta de Kobel y fue una gran jugada suya la que dio el empate al Milan y mejores expectativas para la segunda parte.
Pero fue un espejismo: Thiaw se lesionó al poco de comenzar el segundo acto y en el banquillo no estaban ni Kalulu ni Kjaer, también lesionados, por lo que Pioli tuvo que tirar de Krunic en el centro de la zaga, lo que sería un drama para la zaga milanista: entre Füllkrug, Bynoe-Gittens y el recién entrado Adeyemi hicieron un roto a un equipo que no cerraba en el centro del campo y con Krunic desubicado en la defensa. Así, Bynoe-Gittens marcó el segundo para el Dortmund tras una buena jugada colectiva, y después, Adeyemi dio la puntilla con un disparo centrado que cogió a Maignan mal colocado.
El tramo final sirvió para ver una ineficaz intentona milanista y para saber que Jovic sigue vivo: con Leao y Okafor lesionados, Pioli tuvo que tirar del serbio como revulsivo, que protagonizó un perfecto remate de cabeza que se topó con el poste. En el otro lado, Füllkrug no quiso ser menos y casi derriba la portería rossonera con un disparo al larguero.
La victoria deja al Borussia Dortmund primero de grupo con 10 puntos a falta de certificar el liderato en la última jornada, en la que recibirá al PSG en Alemania. El Milan lo tiene complicado: debe ganar en Inglaterra al Newcastle y esperar que el PSG pierda en el Signal Iduna Park. Tras la buena victoria ante los franceses, esta derrota vuelve a avivar las críticas a Pioli entre malos resultados y la plaga de lesiones que asola al equipo: se vienen días turbulentos por Milanello.