Hay imágenes de Roberto Baggio que hemos visto multitud de veces, y el mundial de Estados Unidos en 1994 es uno de los escenarios habituales: una de ellas es el regate a Zubizarreta antes de marcar el gol que eliminaría a España en cuartos, y principalmente, y desde todos los ángulos posibles, la del penalti fallado ante Brasil en la final, que irremediablemente le acompañaría junto a sus éxitos. El astro italiano fue una de las grandes estrellas de aquel torneo, donde firmó una de las actuaciones individuales más recordadas en la historia de los mundiales. Pero fue entre un partido y otro, en semifinales ante Bulgaria, cuando protagonizó uno de los partidos más decisivos de su carrera al anotar un doblete que llevaría a Italia a la final del campeonato. Ayer fue el cumpleaños de Il Divino Codino, y es un buen momento para rememorar aquel encuentro en el que certificó que ese era su mundial.
37 grados marcaba el termómetro del antiguo Giants Stadium de New Jersey, una muy calurosa tarde para acoger uno de los partidos que decidiría una plaza en la gran final. Por un lado, la Bulgaria de Hristo Stoichkov, una de las grandes sorpresas del torneo que se había plantado allí tras derrotar en cuartos a Alemania, la vigente campeona, la de Matthäus, Illgner, Möller, Hässler o Klinsmann. Por otro, Italia, que había llegado a semifinales dando tumbos, muy a la italiana: empezó perdiendo en la fase de grupos ante Irlanda, tuvo que remar contracorriente ante Noruega y México, en octavos estaba eliminada ante Nigeria en el minuto 89, tras un gol de Amunike, pero un agónico doblete de Baggio dio la vuelta al marcador, y en cuartos ante España fue también el futbolista de la Juventus quien deshizo el empate a uno en el minuto 87. Así las cosas, no eran pocos los que daban a una pletórica Bulgaria el papel de favorita frente a una Italia dubitativa, pero en el fútbol no hay que dar nunca las cosas por sentadas, y menos con una Italia con los astros de su lado.
Arrigo Sacchi, el arquitecto de aquel Milan que arrasó Europa a finales de los 80 y entonces seleccionador italiano, hizo cambios en el once: uno obligado, el de Tassotti, que fue sancionado de oficio con nada menos que ocho partidos tras el codazo a Luis Enrique que el árbitro no vio durante el encuentro. Su puesto lo ocupó Mussi en un lateral derecho por el que también pasaron durante el torneo Benarrivo y Apolloni.
Tuvo problemas Sacchi para asentar su defensa: Baresi se lesionó ante Noruega y no regresó hasta la final, Maldini dejó el lateral izquierdo para sustituirlo en el centro junto a Costacurta y Benarrivo se encargó del flanco izquierdo. La idea inicial de Sacchi era formar con la defensa del Milan que tan buen rendimiento le daba al cuadro rossonero: Tassotti, Baresi, Costacurta y Maldini, pero los resultados y los contratiempos le hicieron cambiar de idea sobre la marcha. En el otro lado del campo, Casiraghi sustituyó a Massaro en el puesto de 9.
El partido comenzó con imprecisiones por ambos lados, aunque se veía a Italia más cómoda sobre el campo y sin pasar apuros. No obstante, no inquietó la meta de Mikhailov hasta que, pasados 20 minutos, Donadoni sacó de banda, Baggio recogió el balón, sentó a su marcador en el borde del área y disparó al palo largo donde no pudo llegar el guardameta búlgaro. Donde el partido no alcanzaba, lo hizo el genio del 10 de Italia.
Albertini sube al ataque
El tanto espoleó a la Azzurra y acentuó su dominio, encerrando a Bulgaria en su área. Otro nombre surgió entonces en el cuadro transalpino: Albertini, el metrónomo, el encargado de iniciar el juego, dio una exhibición en sus llegadas al área: primero con un disparo al palo, después con ua vaselina que Mikhailov desvió a córner y, finalmente, con una gran asistencia que dejó a Baggio en disposición de cruzar el balón lo suficiente para marcar el segundo, encarrilar el partido y gritar su nombre al mundo.
Bulgaria estaba noqueada y apenas pasaba del centro del campo. Frente al catenaccio y lo visto hasta entonces en el torneo, el dominio de Italia era absoluto, sus mejores minutos en tierras americanas: hasta entonces apenas había marcado seis goles en cinco partidos. Por su parte, Roberto Baggio no había marcado en la fase de grupos, pero despertó a la hora de la verdad para ser vital en las eliminatorias.
Pero el fútbol es caprichoso, y al filo del descanso, Nasko Sirakov, ex de Zaragoza y Espanyol, firmó una jugada maradoniana que sólo pudo parar Costacurta en forma de penalti. Stoichkov, muy desapercibido en toda la primera parte, no falló desde los 11 metros y batió a Pagliuca. El 2-1 no reflejaba el dominio de Italia, pero Bulgaria llegó viva al segundo tiempo y protagonizó sus mejores momentos en los primeros minutos del segundo acto, en los que dominó a Italia como no había hecho antes. No obstante, se encontró con un muro, el de Italia, con un Maldini impecable, Costacurta le hizo a Kostadinov un marcaje de costa a costa, y Albertini y Dino Baggio echaron el cerrojo en el centro del campo.
Costacurta vio la amarilla por una falta y su reacción lo dijo todo: si Italia ganaba, se perdería la final. Curiosamente no la vio cuando hizo el penalti. Sería Baresi quien ocuparía su lugar ante Brasil al recuperarse a tiempo de su lesión. Sacchi movió el banquillo: Antonio Conte entró por Dino Baggio para dar energía al centro del campo. El futuro técnico de Juventus o Chelsea sorprendió al llevar a cabo en la línea de fondo la célebre jugada de Benzema ante el Atlético, aunque ante un solo rival, en lo que fue uno de los detalles técnicos del partido.
Stoichkov saldría lesionado a falta de un cuarto de hora para el final, otro varapalo para una Bulgaria que, tras su gran torneo, nunca estuvo en disposición de hacerle frente a Italia a pesar de lo ajustado de un marcador que ya no se movería. Minutos antes, Baggio también había abandonado el campo con molestias, pero estaría recuperado para el último partido. Concluyó así su decisiva participación, una vez más, para que los de Sacchi alcanzaran la gran final en Los Ángeles. Brasil esperaba en el Rose Bowl de Pasadena para decidir al campeón del mundo, pero los astros que habían acompañado a Italia hasta la final vistieron entonces la canarinha.
En NdF | Mundial de 1994: Italia sobrevivió a un buen partido de España